Hace unos meses, finalice mi andadura profesional , después de casi 45 años sujeta a diversos contratos laborales. Digo profesionalmente, porque me sigo considerando educadora social , por lo que aquí o allí es y será mi impronta.
Por ese motivo, las y los compañeros de Susterra, han publicado una bonita entrevista en su último número de la revista ENTERATE, de lo que ha sido mi trayectoria profesional, que me gustaría compartir con todas las personas que estáis inmersos en esta apasionante y llena de retos que es nuestra profesión.
TRAYECTORIA
PROFESIONAL – ACCION/REFLEXION/ACCION
Inés
Picó ha sido, para algunas de las personas que trabajamos en Susterra, un
referente profesional. Su etapa laboral
llega a su fin, (los años pasan) y nos gustaría poder compartir con toda la
gente que lee esta revista una pequeña parte de su experiencia.
-Una primera reflexión sobre estos años
como educadora
Echando
la vista atrás, lo primero que me doy cuenta es, a lo largo de la vida vamos tomando decisiones,
más o menos conscientemente, que nos van situando en un lugar o lugares
concretos; en unos lugares y no otros. Son
elecciones que vamos haciendo y nos llevan por caminos concretos, que son los
que finalmente queremos transitar. Eso
es lo que yo siento.
Parafraseando a un compañero “Somos educadoras las 24 horas
porque nuestra mirada es social: no
es de otra forma, no puede ni (me atrevo a decir) debe serlo. Nuestros ojos son
críticos; cuando compramos ropa; comida… cuando vemos la tv; cuando miramos
internet; cuando escuchamos la radio e incluso la música que elegimos. Esa es la mirada social
El ser educador social las 24 horas; no es llevarnos el curro
a casa,
Sino tener y actuar
desde esa mirada social.
Por tanto diría que SOY y siempre he sido Educadora Social,
más allá de los contratos laborales.
-¿Cómo
empezaste en esto de la educación social?
Mi
historia profesional en la Educación Social,
va de la mano de lo que ha sido el inicio de la profesión y su desarrollo a lo
largo de estos años.
En
realidad, empecé a ejercer profesionalmente de manera tardía, con alrededor de
35 años, aún no se había creado la diplomatura de Educación Social.
No
obstante, ya venía de estar en contacto con lo que fue la base de la profesión:
con grupos de tiempo libre; escuelas de padres; foros en torno a la mujer, Formación,
etc… Era el año 1975, todavía dictadura y todavía con todo por hacer. Teníamos
muchas inquietudes y había mucha participación social. Yo participaba desde el
voluntariado asociado al tiempo libre. Aparte me tenía que buscar la vida, así
que trabajé durante 17 años de secretaria de dirección mientras me sacaba una
licenciatura, que en mi caso, al no existir Educación Social, era la de Pedagogía.
-¿Qué destacarías de aquella época?
A/ El contexto
social, el momento en que yo y otras personas como yo, empezamos a
implicarnos y comprometernos socialmente. Salíamos del agujero y todo estaba
por hacer: mucha participación social; asociaciones de vecinos muy activas, con
mucha ilusión y ganas.
B/ Vocación: No quiero decir que ahora las personas que salen
con el grado de Educación Social no tengan
vocación, solamente digo que ahora existen muchas variables más para
elegir la carrera. Nosotras tuvimos “perseguir” nuestra vocación para que se
hiciera realidad, para dotarla de cuerpo y reconocimiento.
C/ Coherencia: Allá por el año 91,
En Agintzari me dieron la oportunidad (había estado formándome con
ellos, porque había mucha formación y muy
buena) de hacer una sustitución para educadora de familia. No me lo
pensé e hice “un salto en el vacío” y me lancé, midiendo los riesgos, que eran
muchos, pero lo tuve claro y ahí sí, empecé como Educadora profesionalmente hablando.
Me
costó asumir, y lo hice con gusto, que me pagaran. Pero si hasta entonces había
sido como si llevase dos vidas paralelas, una dedicada a ganarme la vida y otra
la verdaderamente mía, ahora se unían ambas y todo iba en sintonía, era coherente.
-Participaste en los inicios de la
profesión como tal, ¿qué recuerdas?
Esta también fue una labor ardua de un
buen puñado de educadoras y educadores a lo largo de varios años. Diplomatura,
colegio, procesos de habilitación, código deontológico, etc… que han ido
poniendo los cimientos de la profesión.
Creo
que es importante recordar estas cosas porque
a
veces tendemos a pensar que lo que tenemos, lo que disfrutamos, ha estado ahí
siempre, o alguien nos lo ha concedido, y esto nunca es así. Es
gracias a la persistencia, la lucha, la preparación de muchas personas que
conseguimos hacer realidad tanto derechos como oportunidades, sueños ,etc.
-¿Qué papel juega la formación en este
quehacer?
Me
parece importante la formación, seguir formándome y no necesariamente con
cursos y más cursos, que también, sino desde la inquietud por leer, contrastar,
reflexionar, escribir. A mí aún me sigue sorprendiendo lo que aprendo, lo que
me muestran y me enseñan las personas que acompaño en mi tarea.
En
los tiempos en los que aún no hablábamos ni de profesión ni de carrera ni de
nada de esto, había una máxima que seguíamos en
los grupos en los que estaba envuelta y enredando, era:
“acción, reflexión, acción”, es decir estaba la experiencia, la reflexión o
teorización (si lo preferimos) y vuelta a la acción. Esta máxima me sigue
ayudando-
También autores que me han acompañado y
que son referentes importantes: Carl
Rogers, con conceptos importantes como la Congruencia; Paulo Freire
en su pedagogía del oprimido y en la definición que hace de Educación bancaria que no se ajusta a la verdadera educación (la educación bancaria contempla al educando como un sujeto pasivo e ignorante,
que llevado al campo de la educación social, supone que es el profesional de la
educación el que le dice lo que ha de hacer).
Y otros muchos: Minuchin; Cancrini,
Marco Marchioni, Barudy, Zirulnik, Ubieto, Bauman, también Sanpedro y otros.
Y
en la medida que voy leyendo, aprendiendo…, me doy cuenta que, como dijo Sócrates
“solo sé que no sé nada” .
O
el contacto con Jesús Hernandez Aristu
para mí una de las personas, sino la
persona que más me ha aportado personal y profesionalmente por la autenticidad y congruencia que nos transmitía, y por la posibilidad que me dio para conocer
“mi herramienta de trabajo” que soy yo misma.
-Después de tantos años como explicarías
básicamente en qué ha consistido tu trabajo, o en qué consiste ese modo de
vida?
Acompaño
la vida cotidiana de las personas para que la mejoren. Así de sencillo y de
complejo al tiempo. Porque hablo de
acompañamiento, de presencia, de escucha, de vinculo…
-Señálanos algunas cuestiones a mejorar
en este trabajo
En
alguna medida la profesión ha sido subsumida por las Administraciones y las
políticas sociales; se ha ido ordenando, protocolizando, en aras a cada vez una
mayor eficiencia y un mayor control, unas mejores estadísticas. Así las
personas, las comunidades, los colectivos se convierten en: expedientes, nº de
casos atendidos, poblaciones dianas. Todo tiene que entrar en un Item. La
deriva actual es que el objetivo de nuestro trabajo sea cumplir los protocolos
con la mayor eficiencia posible y que las personas, sus vidas entren en un
determinado ítem, cumplan unas determinadas expectativas perfectamente
controladas y controlables… Pero resulta que las personas somos únicas, tenemos expectativas propias, proyectos de vida
propia, procesos únicos. Las personas, los colectivos, están y tienen que
seguir estando, en el centro de nuestra intervención, no las estadísticas ni
los protocolos que son o debieran ser, herramientas que nos ayudan. Creo
que este es un gran reto en este momento para la profesión.
Por
otro lado parece que nos seguimos empeñando en respuestas que como mucho “tapan
algunos agujeros”, en lugar de revisar nuestro modelo de convivencia y
buscar incidir en los orígenes de las
situaciones.
-Ahora que llega tu jubilación ¿Está
siendo cómo la habías imaginado?
Hace
años en una formación, hicimos un ejercicio de visualizarnos y expresar como
nos gustaría vernos, al término de nuestra vida profesional y yo contesté que
me gustaría estar haciendo lo que hacía, con las mismas ganas, motivación y
entusiasmo. Afortunadamente, así es , cierto que en ocasiones me siento
cansada, pero creo que es más un tema de edad y de circunstancias que la vida
va trayendo.
Así
que:
Jubilada
o no, seguiré siendo educadora social, porque no puedo dejar de tener una
mirada social y eso solo ya me compromete
quizá con un poco menos de energía, pero con la misma pasión, porque vivimos
tiempos apasionantes y llenos de retos, donde todo está por inventar y hacer en
este nuevo sistema que emerge.