Aquí
no nos interesa LA VERDAD, no hay equívocos ni errores, o más bien
se trata precisamente de equivocarnos. Decir las cosas que se nos
ocurran, interrogar nuestra práctica con entusiasmo, asociar
libremente en una conversación abierta donde cada educador habla
desde su lugar, su deseo, desde sus propios interrogantes, dudas,
equívocos… Aquí no hay un saber total, en el sentido de
totalitario, se trata más bien de hacer circular la palabra de todos
en torno a los interrogantes de nuestra práctica. Todos tenemos
cosas que aportar.
¿Qué
es una viñeta?
- ES UN ESCRITO. Escribir nos permite parar el tiempo y poder pensar. La escritura produce una lentificación. Sentarse a escribir. Explicarse. Interrogarse. Construir un caso. Discutir con nuestros propios fantasmas. Dar cuenta de algo de la experiencia. Nombrar. Elaborar. Detenerse. Pensar.
En
palabras de Valeria Marani, trabajadora social en un centro de salud,
en Argentina: “Que la escritura produce una lentificación,
entonces, quiere decir justamente eso: que por su misma materialidad
–distinta a la del habla- requiere de una temporalidad que, entre
otras cosas, conlleva sentarse, detenerse, conectar ideas, pasar en
limpio, leer, borrar, reescribir, predisponerse de otra manera; en
suma, abrir un
territorio de pensamiento en torno a algo.“
(Marani, 2010: 3)
En
nuestro trabajo diario nos vemos constreñidos por la emergencia,
deslumbrados por el acontecimiento, por la urgencia y la
espontaneidad de los actos. Esto nos captura en una especie de
seducción por el acto, la vocación de intervención. Es
imprescindible pues poder articular algo de una separación: un
corte, una parada, una escisión.
Ya que de lo contrario corremos el riesgo de quedar encapsulados en
el instante, deambulando en un hacer continuo, fugaz, irreflexivo y
voraz. Toda
praxis se constituye en base a tres momentos: el instante de ver, el
tiempo
para comprender y, finalmente, el acto de concluir.
La viñeta se ubica en este segundo tiempo: un tiempo para comprender
algo de nuestra práctica.
2.
EL DESEO DEL
EDUCADOR.
Hemos dicho que se trata de un escrito, pero es un texto singular. En
el sentido de que parte del interrogante de un educador, dicho de
otra manera, cada uno habla de lo que quiere, de lo que le causa, de
aquello que le interpela. De esta manera nos aseguramos que algo de
nuestro deseo quede inscrito en esta práctica. Nuestro amor por la
profesión. Porque la práctica que nosotros proponemos no es
anónima, implica la mirada, las valoraciones, los juicios y la
responsabilidad de cada educador. Necesitamos educadores con deseo.
Cada uno de nosotros tiene sus piedras, sus obstáculos, aquello que
le interroga y le inquieta. Y la inquietud es el motor del
aprendizaje. Entonces es un texto que alberga un deseo, no es un
texto de reflexión teórica, ni académico, ni universitario.
3.
EL NO-SABER.
En pedagogía social nos conviene sostener una posición de no-saber.
No sabemos lo que el otro necesita. No sabemos cómo la persona a la
que acompañamos se aplicará en la búsqueda de un lugar en el
mundo. La historia de las personas no está escrita, por eso hablamos
de la Educación Social como un antidestino que desafía las
profecías del fracaso. Este
agujero ha de permanecer siempre abierto para que nuestra práctica
sea viva y audaz.
No muerta. Y además el No-saber está en el corazón de todos
nosotros, de nuestra práctica y del sujeto, no lo olvidemos, cada
uno de nosotros es impredecible y alberga siempre lo imposible. Esto
se ve muy bien en el trabajo con adolescentes que albergan siempre
algo nuevo y revolucionario, algo inefable: el porvenir.
4.
EL SABER COMO EL FRUTO DE UNA ELABORACIÓN COLECTIVA.
Pensamos la construcción del saber como el resultado de una
conversación entre varios. Nos permite poner nuestro discurso a
prueba, con otros. Dar valor a la praxis de cada uno, a su deseo, a
su dificultad y abrir un territorio de pensamiento entre varios, en
común, juntos.
Marco
Teórico Aldarrikatu
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